Había visitado Vallarta años atrás y para serles sincera fue un destino que me dejó muchos huecos; expectativas que no se cumplieron. En aquel entonces no hice más que quedarme en un All Inclusive a beber, comer y tirarme bajo el sol… no es precisamente mi idea del viaje perfecto.
Pero entonces se presentó la oportunidad de visitar nuevamente Vallarta gracias a la invitación de Casa Cúpula para festejar sus 10 años en Restaurant Taste PV. ¡¡La sorpresa que me llevé!!; me encontré que este destino cosmopolita a logrado reunir todas las actividades y atracciones que el viajero más exigente pueda desear; ya no es solo cosmopolita y playero; es romántico, cultural, aventurero; artesanal…tal vez me di la oportunidad, de reconciliarme con Vallarta.
Lo primero que hice fue caminar por el Malecón o Paseo Marítimo que va desde la Zona Romántica (donde estaba hospedada) hasta la zona hotelera. En este andar descubrí un Malecón tan artístico que es un deleite caminarlo (y lo hice de principio a fin) entre la caprichosa colección de esculturas de bronce; el emblemático Caballito que le da la bienvenida a los más de 3.7 millones de visitantes que llegan; una pareja ataviada en los trajes típicos bailando; un charro sentado en una banca…. y todo enmarcado por la belleza del mar.
Durante el invierno, Gary Thompson, dueño de la Galería Pacífico, da un tour por el Malecón donde explica sobre el trabajo y la inspiración de los artistas que concibieron las 16 esculturas de bronce ubicadas a lo largo del Malecón.Frente al Malecón hay tiendas y restaurantes de todo tipo: Tiendas con los modelos mas in de ropa de playa; trajes de noche; artesanías huicholes; joyas y todo lo que se te pueda ocurrir; también restaurantes de todo tipo.... hasta vacas voladoras.
Pero Vallarta también es humano; el de los vallartenses; lo recorrí el mejor día que puede recorrerse cualquier lugar: Domingo y me encontré con la playa llena de gente haciendo días de campo; niños corriendo tratando de huir de las olas del mar; la señora con su puesto vendiendo camarones y pescado asado; restaurantes a los que va la gente común donde bien te puedes comer unos camarones empanizados o una sopa de pescado o unas deliciosas tostadas de pulpo… caminé con calma, sin prisas, tratando de absorber cada color; cada olor; cada sensación.
Al Alejarnos de la playa, las calles empedradas de Vallarta se funden a la perfección con el verde de las colinas de la Sierra Madre; y así llegamos al Mercado Municipal y el mercado de Cuale; siempre he dicho que para conocer un destino, no hay como visitar su mercado, y qué mejor manera de pasar un buen rato de compras que en estos dos antiguos lugares. En los pasillos de ambos encuentras una buena y llamativa selección de artesanías, ropa típica, joyería, y mucho más. Otro punto que siempre visito cuando viajo es la iglesia principal, ellas siempre hablan de la vida cotidiana de la gente que vive ahí; y en Puerto Vallarta visité la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe; icono que distingue este destino; un templo con una belleza blanquecina impresionante con tonos dorados; la construcción data de 1889; el templo era una casa con piso de tierra y sin bancas; en sus inicios la gente que llegaba a orar se sentaba en vigas; la historia que rodea la construcción de este lugar es hermosa y esta protagonizada por “Doña Lao”, nada me costaría contártela en este espacio pero lo mejor, creo siempre; es que me leas y luego vayas y al recordar este artículo te ocupes de preguntar… siempre será mucho mejor la historia contada en su lugar de origen.
A mi me gustan los museos, y mucho, en Vallarta te encontrarás con el Museo Histórico Naval justo al final del Malecón, al lado del Teatro al Aire Libre; son 5 salas que exponen de manera permanente pinturas, maquetas, fotografías, documentos, cartografías, modelos a escala e instrumentos de navegación; patrimonio con valor histórico, destacando las armas conocidas como “mosquetón” pues solamente existe una que se encuentra al iniciar el pasillo es mexicana. En la planta alta hay una cafetería, por si las dudas.
También desde Vallarta podíamos tomar un tour para recorrer los alrededores, los costos varían desde 250 a 800 pesos. ¿Qué más? Un destino cosmopolita; gastronómico, cultural, aventurero; playero, humano, gayfrienly por excelencia; romántico, cautivador…. Sí, a Vallarta ya no le faltaba nada más; caminé con la tranquilidad y la curiosidad de mi primera vez… los huecos se llenaron; las expectativas fueron superadas.
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