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Distintivo "Hotel Boutique" que ostenta Playa Escondida |
El sol brillaba con todo su esplendor cuando llegamos a Playa Escondida. El camino me hablaba de lo que me estaba esperando: una selva maravillosa cubre este lugar y mientras recorríamos el pequeño camino que descubre el secreto; el imponente mar se muestra poco a poco ante mis ojos con toda su grandeza… y es en este punto que entendí porque el destino me había traído a Playa Escondida: para que volviera a tener los pies en la tierra y la cabeza en las estrellas.
Un hotel que hace honor a su nombre: Escondido entre el verde de la jungla… entre el ruido del mar de su hermosa playa privada; con la imponente vista del azul inmenso.
Llegar a Playa Escondida es como visitar viejos amigos (y debo aclararles que es lo sucede en todos los hoteles de la marca Boutique); en la recepción Anny nos recibe con una gran sonrisa; y con todas las preguntas necesarias para asegurarse de que nuestra estancia fuera lo más placentera posible… mientras hacíamos el check in, yo pensaba: "Ante esta belleza impresionante como no podría ser placentera nuestra estancia"
Luna Amor fue mi refugio esa noche; una habitación exquisita por su sencillez; por su invitación y en mi caso, su acogedora blancura, me puso frente a frente con esas cuentas pendientes y cuando uno viaja y se enfrenta, sin angustia, sin prisas, no queda más que disfrutarlo y dejar que el tiempo… esa inmensidad a la que llaman tiempo, vaya dándote camino.
Deje mi maleta e hice lo que acostumbró hacer siempre que llego a un hotel: recorrí el cuarto con la mirada observando cada detalle: una cama que luce más que cómoda; un pequeño frigobar; una cafetera; café, azúcar; agua embotellada para que a la mañana siguiente mi cuerpo no gritará ¡¡cafeína!!; camino hacia el baño; perfecta combinación de decoración rústica mexicana y detalles de modernidad; excelentes amenidades de esas que se valoran: jabón; Shampoo y enjuague artesanales con aroma a lavanda delicioso…Salgo lentamente a la terraza, frente al mar y le dejo que me hablé. Desde el primer momento el ambiente de paz; de serenidad; de introspección te inunda, te invita, sin agobiarte te lleva de la mano.
Decido caminar por las instalaciones hasta la playa; la selva, el hotel y el mar se funden perfectamente. Los miles de pendientes que dejé en México comienzan a evaporarse… me dejo llevar. El restaurante – bar junto a la piscina con una hermosa vista al mar no puede más que augurarme una excelente cena… Y estaba dispuesta a dejarme consentir.
Sigo el camino que la jungla me muestra y me encuentro con la Terraza un lugar excelente para sentarse a leer un libro, jugar algún juego de mesa disfrutando de la bebida que tu quieras y con la impresionante vista del océano.. volveré, me digo.
Sigo y ahí está; una de las playas más hermosas del mundo y de las más privadas también; flanqueada al norte y al sur por formaciones rocosas que la protegen de la vorágine típica de las playas concurridas. Me quitó las sandalias y siento la arena tibia relajando mis pies; respiro la brisa del mar… le pienso; le añoro… así sin querer, el mar lo trajo… y en este viaje, frente a este mar… también se lo llevo.
No me queda más que recostarme en uno de los camastros a leer y tomar el sol tranquilamente y dejar que las letras, la brisa, el sol… Sayulita me lleven a mí. Me dejo consentir con margaritas del bar de teca y bambú… y miro el atardecer. Las cuentas pendientes comienzan a ser saldadas.
A solo 20 minutos a pie está Sayulita. No puedo negarme a visitar este lugar antes de que anochezca. Un sencillo pueblito al sur del estado de Nayarit, exactamente en la Bahía de Banderas; es prioritariamente un pueblo de pescadores donde puedes apreciar a cada paso la belleza del mar; el olor de la brisa; la fortaleza de los acantilados. Mientras caminamos no logramos distinguir turistas de pescadores; aquí todos son como uno mismo felices de compartir tradiciones en una atmósfera relajada. Muchos extranjeros establecidos aquí han abierto tiendas muy al estilo “Hippie Chic” donde pude comprar artesanías huicholes; calles empedradas; restaurantes al aire libre y el mar como marco dan a este lugar ese aire tan especial, tan tradicional. La decisión de visitar el pueblo había sido lo mejor. Ya era el momento de volver a Playa Escondida
Anochece ya y la noche siempre invita; y en Playa Escondida invita a pasar una velada de mimosas en el jacuzzi rodeado de palmeras y vegetación, frente al mar con una sutil privacidad; hablando de “cosas de mujeres”. Mirando el cielo lleno de estrellas y escuchando el mar que se convierte en cómplice.
Ya entrada la noche después de casi dos horas en el jacuzzi llego la hora de degustar las delicias del restaurante, cuya carta ha sido diseñada para dar gusto al más exigente paladar (y el mio tiene lo suyo): un filete mignon acompañado de cola de langosta y un vino blanco fue mi cena esta noche, la palabra perfecta para esta cena es: Ambrosía de sabores (confieso que terminé con un muy buen aperitivo: una cucaracha )
Dormir en Luna Amor me dio la oportunidad que pocas veces tenemos los que vivimos en la eterna carrera de la ciudad: Dormir arrullada con el sonido de las olas acercándose a la orilla de la playa… ese canto tan especial que regala el mar. A la mañana siguiente me levanté a ver el amanecer que estoy segura, jamás olvidaré.
Playa Escondida es más que un hotel; es un templo que tiene todos los elementos para un reencuentro contigo mism@; para que tu fuerza interior se revele ante ti; uno de estos elementos es el Spa y Eva… sí, déjame te cuento. Aquel día desayuné temprano porque a las 9:30 tenia una cita con Eva; en dos pequeñas “casitas” construidas unos metros por encima de las demás instalaciones existe un templo al ser interior; donde el tiempo se detiene por unos minutos y te permite relajarte, liberarte… volar. Eva con sus expertas manos relajó cada uno de mis músculos al punto de que me quede dormida… profundamente dormida, como no sucedía hace ya algún tiempo y esos minutos descansé como si hubiera dormido horas.
Aquel día lo terminé frente al mar; dando una vuelta a caballo por la playa y nadando en la maravillosa piscina “tipo infinito” (el diseño da la sensación de que la piscina se funde con el mar); el agua no contiene ningún químico, así que el olor a cloro; el exceso de bronceado y la piel reseca en Playa Escondida no existen.
Mi corta estancia en este maravilloso Hotel Boutique me regaló momentos conmigo sin prisas ni interrupciones, encontrándome en cada ola, en el roce de la brisa, en el inmenso silencio; en el verde de la jungla… y mientras leía en la playa, logré cerrar mis cuentas sin saldos pendientes:
Playa Escondida es hoy uno de esos rincones de México que pasan a la muy exclusiva lista de “MI Refugio Personal” al que quiero volver con más horas y… ¿la compañía? ¡¡no importa!!; Playa Escondida, Sayulita y su magia son una gran compañía… Así que volveré cada vez que necesite reencontrarme y tener los pies en la tierra y la cabeza en las estrellas…
Mis Tips
* Playa Escondida tiene 25 hermosisimas habitaciones en diferentes áreas y cada una de ellas tiene su encanto, cualquiera vale la pena
* La zona del Cañón de Pájaro tiene 5 hermosas cabañas de madera en medio de la jungla, son maravillosas y están completamente equipadas.
* Puedes hacer muchas actividades que el personal de hotel te coordina: montar a caballo en la playa, clases de yoga, golf en la playa, surfing, tirolesa, avistamiento de ballenas, esnórquel, paseos en lancha, bici…¿quieres más?
* La ubicación del hotel hará que puedas apreciar muchas especies animales desde aves acuáticas hasta tejones. No te asustes y disfruta.
* No dejes de visitar a el Spa y dejarte consentir por las manos expertas de Eva
* Consciente a tu paladar, el restaurante de este hotel es uno de los mejores que he tenido la oportunidad de conocer
Más Info: http://www.playa-escondida.com/es/
Un hotel que hace honor a su nombre: Escondido entre el verde de la jungla… entre el ruido del mar de su hermosa playa privada; con la imponente vista del azul inmenso.
Llegar a Playa Escondida es como visitar viejos amigos (y debo aclararles que es lo sucede en todos los hoteles de la marca Boutique); en la recepción Anny nos recibe con una gran sonrisa; y con todas las preguntas necesarias para asegurarse de que nuestra estancia fuera lo más placentera posible… mientras hacíamos el check in, yo pensaba: "Ante esta belleza impresionante como no podría ser placentera nuestra estancia"
Luna Amor fue mi refugio esa noche; una habitación exquisita por su sencillez; por su invitación y en mi caso, su acogedora blancura, me puso frente a frente con esas cuentas pendientes y cuando uno viaja y se enfrenta, sin angustia, sin prisas, no queda más que disfrutarlo y dejar que el tiempo… esa inmensidad a la que llaman tiempo, vaya dándote camino.
Deje mi maleta e hice lo que acostumbró hacer siempre que llego a un hotel: recorrí el cuarto con la mirada observando cada detalle: una cama que luce más que cómoda; un pequeño frigobar; una cafetera; café, azúcar; agua embotellada para que a la mañana siguiente mi cuerpo no gritará ¡¡cafeína!!; camino hacia el baño; perfecta combinación de decoración rústica mexicana y detalles de modernidad; excelentes amenidades de esas que se valoran: jabón; Shampoo y enjuague artesanales con aroma a lavanda delicioso…Salgo lentamente a la terraza, frente al mar y le dejo que me hablé. Desde el primer momento el ambiente de paz; de serenidad; de introspección te inunda, te invita, sin agobiarte te lleva de la mano.
Decido caminar por las instalaciones hasta la playa; la selva, el hotel y el mar se funden perfectamente. Los miles de pendientes que dejé en México comienzan a evaporarse… me dejo llevar. El restaurante – bar junto a la piscina con una hermosa vista al mar no puede más que augurarme una excelente cena… Y estaba dispuesta a dejarme consentir.
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Mi cena |
Sigo el camino que la jungla me muestra y me encuentro con la Terraza un lugar excelente para sentarse a leer un libro, jugar algún juego de mesa disfrutando de la bebida que tu quieras y con la impresionante vista del océano.. volveré, me digo.
Sigo y ahí está; una de las playas más hermosas del mundo y de las más privadas también; flanqueada al norte y al sur por formaciones rocosas que la protegen de la vorágine típica de las playas concurridas. Me quitó las sandalias y siento la arena tibia relajando mis pies; respiro la brisa del mar… le pienso; le añoro… así sin querer, el mar lo trajo… y en este viaje, frente a este mar… también se lo llevo.
No me queda más que recostarme en uno de los camastros a leer y tomar el sol tranquilamente y dejar que las letras, la brisa, el sol… Sayulita me lleven a mí. Me dejo consentir con margaritas del bar de teca y bambú… y miro el atardecer. Las cuentas pendientes comienzan a ser saldadas.
A solo 20 minutos a pie está Sayulita. No puedo negarme a visitar este lugar antes de que anochezca. Un sencillo pueblito al sur del estado de Nayarit, exactamente en la Bahía de Banderas; es prioritariamente un pueblo de pescadores donde puedes apreciar a cada paso la belleza del mar; el olor de la brisa; la fortaleza de los acantilados. Mientras caminamos no logramos distinguir turistas de pescadores; aquí todos son como uno mismo felices de compartir tradiciones en una atmósfera relajada. Muchos extranjeros establecidos aquí han abierto tiendas muy al estilo “Hippie Chic” donde pude comprar artesanías huicholes; calles empedradas; restaurantes al aire libre y el mar como marco dan a este lugar ese aire tan especial, tan tradicional. La decisión de visitar el pueblo había sido lo mejor. Ya era el momento de volver a Playa Escondida
Anochece ya y la noche siempre invita; y en Playa Escondida invita a pasar una velada de mimosas en el jacuzzi rodeado de palmeras y vegetación, frente al mar con una sutil privacidad; hablando de “cosas de mujeres”. Mirando el cielo lleno de estrellas y escuchando el mar que se convierte en cómplice.
Ya entrada la noche después de casi dos horas en el jacuzzi llego la hora de degustar las delicias del restaurante, cuya carta ha sido diseñada para dar gusto al más exigente paladar (y el mio tiene lo suyo): un filete mignon acompañado de cola de langosta y un vino blanco fue mi cena esta noche, la palabra perfecta para esta cena es: Ambrosía de sabores (confieso que terminé con un muy buen aperitivo: una cucaracha )
Dormir en Luna Amor me dio la oportunidad que pocas veces tenemos los que vivimos en la eterna carrera de la ciudad: Dormir arrullada con el sonido de las olas acercándose a la orilla de la playa… ese canto tan especial que regala el mar. A la mañana siguiente me levanté a ver el amanecer que estoy segura, jamás olvidaré.
Playa Escondida es más que un hotel; es un templo que tiene todos los elementos para un reencuentro contigo mism@; para que tu fuerza interior se revele ante ti; uno de estos elementos es el Spa y Eva… sí, déjame te cuento. Aquel día desayuné temprano porque a las 9:30 tenia una cita con Eva; en dos pequeñas “casitas” construidas unos metros por encima de las demás instalaciones existe un templo al ser interior; donde el tiempo se detiene por unos minutos y te permite relajarte, liberarte… volar. Eva con sus expertas manos relajó cada uno de mis músculos al punto de que me quede dormida… profundamente dormida, como no sucedía hace ya algún tiempo y esos minutos descansé como si hubiera dormido horas.
Aquel día lo terminé frente al mar; dando una vuelta a caballo por la playa y nadando en la maravillosa piscina “tipo infinito” (el diseño da la sensación de que la piscina se funde con el mar); el agua no contiene ningún químico, así que el olor a cloro; el exceso de bronceado y la piel reseca en Playa Escondida no existen.
Mi corta estancia en este maravilloso Hotel Boutique me regaló momentos conmigo sin prisas ni interrupciones, encontrándome en cada ola, en el roce de la brisa, en el inmenso silencio; en el verde de la jungla… y mientras leía en la playa, logré cerrar mis cuentas sin saldos pendientes:
“-Sí, ella está tocando música silenciosa para seres invisibles. Tal vez lo estén necesitando” (El Aleph, Paulo Coelho)
Playa Escondida es hoy uno de esos rincones de México que pasan a la muy exclusiva lista de “MI Refugio Personal” al que quiero volver con más horas y… ¿la compañía? ¡¡no importa!!; Playa Escondida, Sayulita y su magia son una gran compañía… Así que volveré cada vez que necesite reencontrarme y tener los pies en la tierra y la cabeza en las estrellas…
Mis Tips
* Playa Escondida tiene 25 hermosisimas habitaciones en diferentes áreas y cada una de ellas tiene su encanto, cualquiera vale la pena
* La zona del Cañón de Pájaro tiene 5 hermosas cabañas de madera en medio de la jungla, son maravillosas y están completamente equipadas.
* Puedes hacer muchas actividades que el personal de hotel te coordina: montar a caballo en la playa, clases de yoga, golf en la playa, surfing, tirolesa, avistamiento de ballenas, esnórquel, paseos en lancha, bici…¿quieres más?
* La ubicación del hotel hará que puedas apreciar muchas especies animales desde aves acuáticas hasta tejones. No te asustes y disfruta.
* No dejes de visitar a el Spa y dejarte consentir por las manos expertas de Eva
* Consciente a tu paladar, el restaurante de este hotel es uno de los mejores que he tenido la oportunidad de conocer
Más Info: http://www.playa-escondida.com/es/
!! Q maravilla !!
ResponderEliminarSii la verdad es un lugar maravilloso!!
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